I «TAMBIÉN FUE UN BUEN PERIODISTA QUE PUSO SU PLUMA AL SERVICIO DE SU ARDOR APOSTÓLICO» [1]
«Una de las primeras propuestas de Manuel Aparici al incorporarse al Consejo Central [2] [en diciembre de 1931] fue la necesidad de una revista mensual para dirigentes; se aprobó la iniciativa encomendándose al redactor de EL DEBATE Nicolás González Ruiz el estudio de los aspectos técnicos y económicos de la publicación. Examinado aquel atentamente, se acordó lanzar la revista con el título LA FLECHA [3], bajo la dirección del propio González Ruiz, aunque debidamente inspirada, en cuanto a contenido y colaboraciones, por Manuel Aparici. El primer número apareció el 15 de abril de 1932. La publicación fue muy bien acogida, ganando suscriptores y llegó a autofinanciarse. En las páginas informativas se daba cuenta brevemente de las actividades de la Asociación» [4].
En febrero de 1933 Nicolás González Ruiz se ve obligado a abandonar la dirección por las obligaciones que sobre él pesan en esos momentos y se encarga de la misma Manuel Aparici.
Desde que es nombrado miembro del Consejo Central, hasta que cesa en la Presidencia Nacional de la Juventud de Acción Católica, el 19 de octubre de 1941, para ingresar en el Seminario, toda su actuación en el mismo, primero con la revista LA FLECHA, después como Director de la misma y Vocal de Piedad (1931), luego como Vicepresidente (1933) y por último como Presidente (1934), fue transfundir la sed de almas a la juventud de su Patria.
Nace SIGNO fundado por él
Es en la primavera de 1936, cuatro meses después de haber presentado al Santo Padre el proyecto de peregrinación a Santiago en 1937, y un mes y medio aproximadamente antes del comienzo de la guerra, cuando hace realidad uno de sus más fervientes deseos: contar con un periódico para la juventud [5]. Así, el 6 de junio, fundado por él, nacía en Madrid SIGNO con carácter quincenal [6] «con una tirada de 15.000 ejemplares» [7]. Y «con buena difusión … que se veía a la venta incluso en los kioscos de periódicos» [8]. La dirección se la encargó a un joven valenciano, Emilio Attard, que había ido a la Escuela de Periodismo de EL DEBATE. Y que tantos servicios prestó al catolicismo español. El editorial lo constituye el primer llamamiento del Presidente Nacional, Manuel Aparici, que convoca a todos los jóvenes a peregrinar a Santiago.
Desde el número uno Manuel Aparici ha estado vinculado a él y ha permanecido a su lado. Era el inspirador en sus líneas doctrinales, pero dejaba una gran libertad a sus Directores.
Como hablar de SIGNO es hablar de una de las facetas más relevantes de Manuel Aparici, la de periodista, y buen periodista, vamos a recoger unas cuantas citas, bellas y hermosas, de esta su obra, una de las más queridas. Por ellas podemos apreciar, de manera diáfana, la grandeza de su creador.
Antes de la guerra sólo se publicaron tres números en la capital de España. «El cuarto ... estaba preparado; se tiró en la imprenta y algunos ejemplares llegaron a su destino, pero la mayor parte de ellos quedaron amontonados en la redacción ... » [9]. Los negros presagios se habían cumplido. España estaba en guerra. Sin embargo, tres salidas habían bastado para ganar el corazón de los jóvenes.
Sin embargo, cinco meses después de iniciada la guerra, reaparece en Burgos
Como todo había quedado en Madrid, le fue preciso valerse en los primeros momentos de su llegada a Burgos de la modesta revista del Consejo Diocesano de Burgos [10], hasta que pudo reorganizarse y salir otra vez SIGNO.
Éste, deshecho en sus hombres y materiales, y pese a su escasez de recursos, reaparece el 20 de noviembre de 1936 con numeración vieja y lo hace el mismo día en que muere Antonio Rivera. Otra vez el cuarto número, pero esta vez fechado en Burgos, y el primero de esta segunda época.
Solicitó la ayuda de Manuel Martínez Pereiro para que le asistiera en dos preocupaciones que tenía: Asegurar la salida periódica de SIGNO « ... como medio de mantener el espíritu sobrenatural de nuestros Jóvenes que no dejaban de contagiar a sus compañeros; creía que tal reforzamiento espiritual era su mejor aportación a la defensa de la esencia de España ... » y organizar, a falta de la que se había proyectado para 1937, una peregrinación simbólica a Santiago. Éste accedió a ello y se trasladó desde La Coruña a Burgos.
«Lo había intentado dos o tres veces sin conseguirlo –sigue diciendo Manuel Martínez Pereiro en su declaración– porque no se encontraron en Burgos los medios materiales y personales para tirar y distribuir los números con la rapidez necesaria, lo cual influía de modo importante en el aspecto económico que en aquellos momentos sobre todo era fundamental.
»Con calma y paciencia afrontamos este tema para resolver inmediatamente la raíz del mal: la rapidez en la tirada y en el “cierre” o distribución. Miguel Palomares, Presidente de la Juventud de Tarrasa (Barcelona) [11], que se había pasado a la zona nacional y trabajaba en una agencia informativa, nos dio resuelta la dificultad al conseguir la eficaz colaboración, primero de un diario de San Sebastián y luego de otro de Bilbao. Por su parte, Manuel Aparici nombró Director de SIGNO a Esteban Fernández, hombre decidido y eficaz además de competente, y montó un “Consejo Editorial” variable según los elementos de que se disponía y que se reunía regularmente para preparar los originales de SIGNO que el Director se llevaba con las etiquetas para los destinatarios del periódico, invitaba a cenar al personal de la imprenta y, abonándoles las horas extraordinarias, componían, tiraban y “cerraban” la edición. Y así en doce o catorce horas a partir de la primera quincena de octubre de 1937, SIGNO pasaba de las cuartillas de los redactores a las oficinas de Correos para llegar a todos los frentes. Gracias a Dios la regularización y periodicidad se prolongaron hasta varios años después de terminada la guerra, aunque bajo la dirección de Manuel Vigil y Vázquez, de la Editorial Católica.
»En el éxito logrado no debe omitirse la magnífica colaboración de los Jefes de los Centros de Apostolado de Vanguardia [12] y de varios Oficiales Provisionales que aseguraban el pago puntual de los paquetes que recibían. Ni tampoco que el Día del Papa del año 1938 se celebró un número extraordinario cuya tirada alcanzó los 200.000 ejemplares, bastante por encima de lo normal» [13].
Los primeros meses fueron difíciles, pero se vencen. Luego empieza a salir con regularidad cada 15 días. La tirada aumenta. No son sólo los Jóvenes de Acción Católica los que lo leen. En 1938 se llega a 80.000 ejemplares y los números se agotan. «Durante la guerra se han publicado 1.240.000 ejemplares, y una tercera parte se ha repartido gratuitamente en los Centros y otra parte en los hospitales. La tirada ordinaria durante la guerra fue de algo más de 31.000 ejemplares» [14].
Lo dirige prácticamente durante todo el curso de la guerra. Hubo momentos que toda la Organización estaba atendida por él, y uno más, pero el desaliento no hacen mella en él, porque sabe que la Obra es de Dios y Él la ha de proteger.
«De Cara a Santiago»
«De Cara a Santiago», firmado por él, es el gran editorial con el que reaparece. Y urgidos por las instancias de Manuel Aparici, el gran Presidente Jacobeo de la Juventud de Acción Católica, todos los Consejos Diocesanos y Centros se sentirán impelidos a la Vía Compostelana de un catolicismo militante de vanguardia.
Dice así (destacamos):
«Nunca como hoy tiene plena expresión nuestro título. SIGNO es y quiere ser signo de continuidad, de permanencia, de vitalidad, de empuje, de Obra de Dios al fin.
»“Ideales”, realización del momento, deseo de comunicarnos, era laguna, paréntesis, compás de espera, tregua entre dos jornadas de triunfo. Os habla también de Juventud de Acción Católica, pero con distinta voz. SIGNO es la voz conocida que evoca los viejos recuerdos de nuestra gran empresa: toda España para Jesucristo ...
»¿Para qué hablar de las dificultades? El Consejo Superior, disperso; Director y redactores de SIGNO, en la zona roja; nuestros jóvenes, en los frentes, y la caja ..., como siempre, vacía. Todo era dificultad y obstáculo. Mas todo se ha vencido. Ya está SIGNO otra vez en nuestras manos.
»Reflejo, palpitación de nuestro vivir y nuestro soñar, quiere llevaros el momento heroico que vive nuestra Juventud y toda la juventud de España. Etapa gloriosa, anuncio precursor de la gran reconquista del mundo hispano para Cristo.
»Caminemos de cara a Santiago.
»Por España y por Cristo trabajáis en frentes, cuarteles y hospitales. Seguís siendo lo que queríais ser: conquistadores, libertadores de España en su pleno sentido, no sólo de la cizaña ... que creció en nuestra heredad, sino del error y el vicio que se emboscó en las almas.
»La magna Asamblea en lontananza, el tiempo apremia. Vosotros, jóvenes de Acción Católica, soldados de la Patria, romeros del Apóstol, sed siempre los primeros, y en el espacio que os dejen libres las batallas, cantad vuestros ensueños. Que todos sepan de nuestra gran ambición, gloria y honor de España. Al que por ver su amanecer lucha y trabaja, al que con boina roja restaura la heroica tradición, al que abrazó la gloriosa cruz de la Reconquista, a todos los que luchan por el honor hispano, hacedles peregrinos. A todos dadles cita en Compostela; que allí, junto al Apóstol, todos los hijos de su estirpe vamos a levantar la gran Cruzada; la reconquista del mundo para Cristo por el empuje y la fe del Alma Hispana» [15].
Así se ratificaba la ambición juvenil jacobea. Y seguían abiertos los caminos de la peregrinación, caminos de perspectivas azarosas y difíciles.
Órgano vital.
Con su esfuerzo logra que SIGNO sea un órgano vital para el espíritu cristiano de los combatientes, de los Centros de Apostolado de Vanguardia y de los Centros y órganos de la Juventud de Acción Católica que perviven en la zona nacional, aunque esté preferentemente dedicado a los Centros de Apostolado de Vanguardia.«Los Jóvenes de Acción Católica se sienten orgullosos de su publicación; se percatan de que su Obra existe, que su preparación espiritual no fue en vano» [16].
«En aquel SIGNO burgalés [valiente y decidido] ... se acentuaba el sentido peregrinante» [17] y llevaba el calor de hermandad y abrazo hasta las mismas trincheras. Es cuando empieza su época dorada. Su alma, Manuel Aparici.
«Fue lazo de unión de nuestros combatientes, animador de los Centros de Apostolado de Vanguardia, en la trinchera y en el hospital nuestros jóvenes pudieron enseñar orgullosos cómo era una publicación juvenil, combativa y muy espiritual» [18].
Fue también banderín de enganche para periodistas, Escuela de Periodismo y tronco y raíz de publicaciones.
Este SIGNO fue el de las trincheras, el pregón de los mártires (7.000 jóvenes dieron su vida por Dios y por España); el banderín de enganche para hacer de España «Vanguardia de Cristiandad» con el refuerzo de todos los pueblos hispanos, para moverla a ser «Cristiandad ejemplo y guía para el mundo profundamente enfermo», por la que clamaba Pío XI. Fue también banderín de enganche para periodistas amantes de la verdad y Escuela de Periodismo. Una Escuela viva y ejemplar.
«SIGNO es tronco y raíz de hombres, de empresas apostólicas, de publicaciones que nacieron de su savia. ECCLESIA, por ejemplo, es hija de SIGNO» [19]. Según el Rvdo. D. Manuel Pérez Barreiro fue fundada por Manuel Aparici para dar a conocer la palabra del Papa [20].
Por SIGNO había una admiración en Hispanoamérica y agencias o periódicos extranjeros.
Por SIGNO había una admiración sincera en Hispanoamérica y agencias o periódicos extranjeros; periódicos franceses, belgas, portugueses, brasileños, hispanoamericanos, de Oriente, etc. reproducían parte de sus editoriales. Y en más de una ocasión, Radio Vaticana se hizo eco de sus opiniones y noticias.
Esta repercusión alcanzó proporciones notables. En 1948, cuando desde sus columnas, el Consejo Superior llama a la juventud del mundo, y muy especialmente a la hispanoamericana, para hacer la peregrinación a Santiago, ¡cuántas revistas y diarios, sobre todo del continente hermano, reprodujeron textos de él acerca de aquella empresa!
El Papa Pío XII le otorga su bendición apostólica de todo corazón.
El 29 de junio de 1942 el Papa Pío XII otorga de todo corazón su Bendición Apostólica «a los Jóvenes de Acción Católica de España, que ayer supieron sellar su fe con la sangre generosa de sus héroes y hoy han mostrado su ardiente celo apostólico con las vocaciones ofrecidas al santuario, y de modo especial a su vibrante SIGNO, propagador entre la juventud española del amor al Vicario de Cristo y a sus enseñanza».
Y L´Osservatore Romano le dedica palabras de elogio.
Nueve años más tarde, «L´Osservatore Romano», en su edición del 26 de junio de 1951, le dedica palabras de elogio en su decimoquinto aniversario como semanario.
Destacamos:
« ... Intensísima y audaz ha sido en este tiempo su actividad ... Ha atravesado los periodos más ardientes y más duros de la catolicidad ibérica ... para defender su ideal y conducir a la victoria a Cristo, del cual se proclamaba verdadero heraldo entre tanto error. Periódico batallador y a la vez reposado, fresco y cuyos argumentos son tratados con segura orientación, se conquistó pronto la atención y la estima de los lectores, llegando a ser la hoja de información y de guía más leída por los católicos españoles, especialmente de aquellos a los cuales urge la importancia de la misión recristianizadora en el seno de la cristiandad ... SIGNO se ha dedicado en estos quince años a reñir otras batallas en nombre de Jesús con un ardor y un empeño del todo dignos y semejantes a los fines prefijados .... » [21].
SIGNO es el órgano de expresión e información, el catalizador de todas las ilusiones, el boletín del que emanan consignas, el homenaje a los mártires y el portavoz de la doctrina de la Iglesia.
Dos testimonios
– José María Gárate Córdoba, joven de Acción Católica de Burgos, en su libro “Mil días de fuego”, página 200, escribe [22]:
«Hoy, 27 de febrero de 1937, viene un periódico nuevo. Es SIGNO, el semanario de los Jóvenes de Acción Católica, que ha cambiado desde antes de la guerra. Ahora se dedica íntegramente a los Centros de Apostolado de Vanguardia. Hay algo que nos interesa mucho y nos emociona ... Sufrimos sin remedio y sin hacer práctico nuestro sufrimiento, que es una fuerza espiritual, un torrente parado, un caudal muerto. Hay una hermosa oración y se nos propone rezarla todos los días. En ella se ofrecen a Cristo clavado el sufrimiento y el dolor, las heridas y el sueño, la incomodidad y los piojos. Se ofrece por los enemigos, por nosotros, por salvar almas, por reparar a Cristo y redimir a quienes luchan ciegamente contra Dios. Es hermoso ...
»Para los requetés es un hallazgo este periódico que, al margen de cualquier tono político, espiritualiza al combatiente, cosa que buena falta le hace ...
»Desde entonces somos varios los que esperamos SIGNO como un consuelo de Dios. Rezamos el rosario en la chabola. Son muchos los que lo hacen y SIGNO es nuestra pequeña meditación. Nos hace ver que a los ojos de Dios nuestras pequeñas cosas no pasan ignoradas, aunque no tengan interés para el parte de guerra y no sean novedad en el frente ... Estos son nuestros sacramentos. El rosario y el periódico del “Apostolado de Vanguardia”» [23].
Sin pretenderlo, el autor expresa maravillosamente la obra de Manuel Aparici durante la guerra con los Centros de Apostolado de Vanguardia y con SIGNO.
– «En sus comienzos, y durante los años de la guerra y los primeros de la posguerra, fue un semanario exclusivamente formativo» [24]. «Había en él –dice el Rvdo. Antonio Santamaría González– una meta decidida de preparar espiritual y emocionalmente la peregrinación a Compostela en el próximo Año Santo Jacobeo de 1937. Desde el primer número adoptó, a modo de auspicio, el lema jacobeo medieval: “Y será. Porque DIOS ayuda y SANT YAGO”».
Manuel Aparici fue promotor también de otras publicaciones
Siendo estudiante en la Universidad Pontificia de Salamanca, Facultad de Teología, fue promotor de la revista INCUNABLE [25]; revista creada por él, asegura, por su parte, el Rvdo. Manuel Pérez Barreiro, que recuerda en otro momento de su testimonio que intervino en su creación [26].
Durante su estancia en Salamanca, publicó en la revista una serie de artículos, además de en SIGNO, en ECCLESIA o en El BOLETÍN DE DIRIGENTES, del Consejo Superior, entre otros. Fue creado éste último para satisfacer la necesidad de dotar a los dirigentes de la Juventud de Acción Católica de medios de información y de orientaciones relacionadas con su cargo. Procuró atender desde un principio esa misión específica con un espíritu fundamentalmente práctico [27].
De sus escritos es preciso destacar, a nuestro juicio, el artículo sobre «El espíritu del Peregrino» y el libro «Compromiso de Peregrino».
Se trata éste de una modesta edición del Consejo Diocesano de los Jóvenes de Acción Católica de Murcia, víspera de la festividad de San Juan Bautista del Año Santo 1948, con prólogo de Juan Candela Martínez, Presidente Diocesano de los Jóvenes de Acción Católica de Murcia y más tarde testigo en la Causa de Canonización del Siervo de Dios Manuel Aparici, quien reconoce que ellos nacieron a plena vida de la Juventud de Acción Católica, llevados de la mano de Manuel Aparici.
Recoge una serie de artículos escritos por Manuel Aparici en SIGNO entre julio de 1943 y marzo de 1948, como seglar y como sacerdote, donde se expone su pensamiento sobre la Peregrinación a Santiago.
«Y como la esencia de nuestra Obra es peregrinar –escribe Juan Candela en el prólogo entre otras cosas muy interesantes dignas de toda atención– y, en no poco, peregrinar por los ideales y con el estilo que nos marcó Manuel Aparici, el COMPROMISO DE PEREGRINO que Aparici redactó, que nuestros mártires y cruzados repitieron, y que lleva aprendiendo y actualizando la Juventud de Acción Católica de España, desde hace varios años, es la síntesis de cuanto puede definirnos y de cuanto tenemos que realizar».
II ORADOR
«Planificaba cuidadosamente sus visitas a las Diócesis y Centros, generalmente tres al mes, aprovechando los domingos, fiestas y días inhábiles, para reunirse con los jóvenes colectiva o individualmente, o para los actos de propaganda que le solicitaran. Él les proponía su palabra, no muy elocuente en los primeros tiempos, pero era penetrante, persuasiva y calaba hondo en los corazones juveniles» [28].
En la sesión de clausura de la VI Asamblea Regional de la Juventud de Acción Católica, de Galicia, celebrada en 1933 en Cambados, Pontevedra [29], «impresionó grandemente a todos y movió los elogios de las personalidades que asistían, por la profunda formación que revelaba su oratoria clara y sencilla [30], pero con un espíritu que entusiasmó grandemente a todos los que le oyeron» [31].
Tres meses después de su designación como Presidente Nacional asiste como tal a la I Asamblea de la Unión Diocesana de Zamora celebrada en diciembre de 1934. Pronunció unas breves palabras, en las que dijo que él es quien va recogiendo el latir de todos los pechos de los jóvenes católicos españoles para aunarlos [32].
«Al reorganizar la Juventud de Acción Católica, a la que levantó mucho, dio la consigna de Piedad, Estudio y Acción; poniendo ante todo la Piedad sólida con base en la Eucaristía, como fundamento; luego el Estudio del Evangelio y de los Reglamentos, organización y consignas ..., para estar así preparados para la Acción ...
»Sobre la base de este lema y rodeado de otros jóvenes excelentes emprendió la reorganización de la Juventud de Acción Católica ... El gran impulso que supo dar a la Obra, hizo que pronto gozase de gran prestigio entre el Episcopado y el clero, conocedores de su valía, y no digamos entre los jóvenes, a los que arrastraba con su oratoria, reveladora de su gran espíritu, y con su admirable ejemplo. El aumento y organización de Uniones Diocesanas y de Centros y de toda la Obra era rápida y con solidez» [33].
«En los actos públicos, Manuel Aparici, orador fluente y fogoso, hablaba como tocando a rebato para salvar las almas de los jóvenes. Quería despertar en el auditorio entero aquella sed de almas a las que con mayor motivo comprometía a sus inmediatos colaboradores al entregarles el crucifijo de Propagandistas. Con lucidez y ardor hablaba hasta la extenuación. Concluía sudoroso, agotado. Cuántas veces le hemos visto y admirado así. ¡Qué ejemplo de entrega para el apostolado! La entrega que nos pedía con el crucifijo ...
»Estaba inmerso, ¿y quién no?, en la enorme conmoción que agitaba la España de los años 30 ... La Acción Católica que se ponía en marcha tras la proclamación de la República de 1931 era una Acción Católica engranada con la Jerarquía de la Iglesia en los momentos que se iba a desatar una nueva persecución» [34].
«Tenía un verbo ardoroso y cálido que contagiaba a los demás … Hablaba con fogosidad y entusiasmo sobre Dios de forma que terminaba encendiéndonos a todos» [35]. «Cuando hablaba –afirma por su parte Mons. Maximino Romero de Lema– lo hacía en tono persuasivo y elocuencia no ordinaria».
El Cardenal D. Enrique Vicente y Tarancón, al referirse a un discurso que pronunció Manuel Aparici en Madrid, antes de la guerra, siendo todavía seglar y propagandista de la Acción Católica, dice en su testimonio: «Fue un discurso realmente maravilloso, y además lo maravilloso del caso es que él no era un gran orador de masas …; pero tenía una palabra tan cálida que no solamente penetraba, sino que conmovía a la gente que escuchaba, a todos. Y es que … era de una vida interior muy intensa y claro, de la abundancia del corazón hablaba la lengua ... Tenía esa unción ... Llevaba el fuego en su interior, cuando hablaba parecía no un sacerdote, sino un carismático, uno que está ungido por el Espíritu Santo, y hablaba con un fervor, con un entusiasmo».
Después de acabada la guerra, en Valencia, en sendos actos [36] (en la clausura del Congreso Diocesano de la Juventud de Acción Católica y el día del Seminario, donde tuvo la intervención final) «tuvo una intervención magnífica, de forma y fondo. No fue un discurso, fue una oración fervorosa, que nos emocionó profundamente, traspasada de espíritu sobrenatural».
En el segundo «habló más que con entusiasmo, con verdadero fervor, con profundo sentido espiritual y apostólico, y causó extraordinario impacto en todos los sacerdotes y seglares, jóvenes o adultos», afirma Mons. Rafael González Moralejo, Obispo Emérito de Huelva.
«Su oratoria era una llamarada que iba prendiendo hogueras por toda la geografía de España. Sólo Dios conoce el número de quienes en sus palabras encontraron el camino de una vida de ejemplaridad seglar o de vocación sacerdotal» [37]. A Mons. Jesús Espinosa Rodríguez «le llamó poderosamente la atención por su palabra ardiente y decidida en la defensa de los intereses del Reino de Cristo».